Il risque d'avoir le temps
pour courir sur les eaux,
détache tous les elements
qu'ont été créé par eux.
Si non je voudrais
rater mon existence
avec un crayon rouge
acheté certainement
sans savoir écrire
au fond de ta bouche.
¿ Sea posible una expresión efímera ? Incautación escímera, arrebatada. Los signos del lenguaje pertenecen a un más amplio destino. De la importancia de la impotencia.
Il risque d'avoir le temps
pour courir sur les eaux,
détache tous les elements
qu'ont été créé par eux.
Si non je voudrais
rater mon existence
avec un crayon rouge
acheté certainement
sans savoir écrire
au fond de ta bouche.
Sientes yacer la luz en tus entrañas.
Emanas una oquedad propia
con tu velo dispuesto.
La estancia pertenece
sobretodo a tu espejo.
Es de notar
un suave e inapreciable
espectro inherente
de formas al descubierto.
No quieras conformarte,
sin ir más lejos.
Conseguirás acabar
con tu dicotomía.
Al volver a casa,
sin luz,
se destapa una tormenta.
Mientras no quieras ver,
no hace falta una espera.
Ayer me dijo al volver,
"qué alto suena;
si quieres,
podemos vivir,
como hacen afuera"
No más piel
y a la vuelta,
estará
en su eterna
alma de piedra.
El divagar de los pensamientos azota el esternón del humilde metacarpo en
su simbiosis con la razón del pesar. No obstante, muchas lunas han de pasar
hasta que sienta como verdadero y propio su espanto, aquel que concibió sin
desear en apenas unos momentos, unos breves instantes de su global
existencia cuando apenas podría aspirar a algo superfluo.
"Quédate ahí, déjalo todo", le habían comentado, pero él era incapaz de
reaccionar ante semejante suerte imprevista, no hubiera sabido como más
volver allí si no hubiese sido por la pasión, pasión que sentía por el
decaer y declinar de los acontecimientos. Como puedo él ser consciente de
que un día estaría dispuesto a precipitarse en la nada, a volver a beber
del fluido inherente a toda sustancia, a sus destino. Su quehacer diario se
rompería.
Visto desde una óptica existencialista, le adulaba en demasía este sufrimiento.
Todo antes había marchado para bien, para cosas desconocidas.
En una escala superior, alguien observaba, consciente sin esperar demasiado
de la situación, estos acontecimientos de orden cósmico. La gula y pereza
habían sido sobrepasadas al mismo tiempo para respetarlo desde un ángulo
equidistante al zénit del ocaso, tremenda y distinta concepción del otro
sujeto.
Los flujos de la realidad hervían exasperadamente. Un zona oscura,
llámesele agujero, se había abierto en su pos. Un destino hacia el
holocausto. Imposible decidir o argumentar para el cosmos, nada que hacer,
no se puede retornar a una ruta perdida en la nada. Para todos los que
tuvieron oportunidad de ser brevemente conscientes, les fulminó la densidad
de nada reinante, el origen de la causa.
Nunca más se volvió a saber ni a razonar sobre el instante. Se había
abandonado a destiempo.
De la nada
sigues ahí.
Con tus sábanas
reptando hacia el atardecer.
No es más pura
la soledad.
No le duele
el sentirlo.
Serenidad oculta
hasta que se va.
No la busques.
No existen mas que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo
(Oscar Wilde)
He descubierto que la manera de tener más claras las cosas es manifestarlas
para que quede su constancia en el tiempo y que su lenguaje sea el
primigenio. Ese lenguaje que en el momento no entiendo, pues su mensaje me
será diferente en un futuro quizás, cierto.
A veces me dejor abrumar
por el rumor de las olas
pero hundiendo la cabeza por un instante
la marea desaparece
y
no me importa
nadar.
El rio corre siempre hacia abajo
en una principal dirección
pero en un solo sentido
y nunca duda de volver hacia atrás.
El problema estriba en que
se lleva consigo, arrastrando,
el oxígeno que necesitan los peces
para poder respirar.
Algunas veces os habreis fijado
que algunos de ellos
asombrosamente han decidido
de no llegar al mar,
de no seguir esta corriente.
Estos pocos y de mil maneras,
unas mas sencillas que otras,
han procurado este rio dejar,
pegando sublimes saltos
con los que se han oxigenado
y han visto
que la forma del rio
se pierde desde fuera
y que aquellos infelices
que nadaban
en sentido contrario
al final terminaban estando
en el mismísmo rio,
en las aguas que les vieron
nacer.
Los que han llegado a la orilla
se han dado cuenta
de que no solo tienen escamas
y que el oxígeno puro
ahora pueden al fin
sin el cuerpo
respirar.
Tu m’as dit que tu sais rien quoi faire.
Alors j’ai pensé que je devrais faire une autre chose comme raconter des étoiles.
C’est un truc joli que j’aime bien.
Un famoso matemático (Kurt Gödel) demostró cierta vez que las ciencias matemáticas no se pueden sostener a sí mismas. Más o menos quiso decir que sus pilares no son tan firmes como parecen y que además se apoyan en aguas turbulentas. Hizo que este mundo y todos los que viven directamente de él, se pusieran a temblar. Lo que no se sabe es si el miedo de esta gente venía de sus principios, de su interés científico o de la segurança de sus estómagos, caso más probable.
Pero, ¿qué sucede cuando nos damos esa noticia a nosotros mismos? , es decir, ¿qué sucede cuando desde hace mucho tiempo nos hemos tenido por totalmente consistentes y un día llega alguien o nosotros mismos y nos damos cuenta de que nos desvanecemos, de que somos arena y no mármol?
Es duro creerse una piedra. Y darse luego cuenta que somos o estamos formados por granos de polvo. Polvo de la nada. Si lo aceptásemos desde el principio, no nos corroería la erosión, el viento que lo puede todo.
Y aun sin ser del todo consistentes, las matemáticas funcionan. Y ellas no lo saben.