El rio corre siempre hacia abajo
en una principal dirección
pero en un solo sentido
y nunca duda de volver hacia atrás.
El problema estriba en que
se lleva consigo, arrastrando,
el oxígeno que necesitan los peces
para poder respirar.
Algunas veces os habreis fijado
que algunos de ellos
asombrosamente han decidido
de no llegar al mar,
de no seguir esta corriente.
Estos pocos y de mil maneras,
unas mas sencillas que otras,
han procurado este rio dejar,
pegando sublimes saltos
con los que se han oxigenado
y han visto
que la forma del rio
se pierde desde fuera
y que aquellos infelices
que nadaban
en sentido contrario
al final terminaban estando
en el mismísmo rio,
en las aguas que les vieron
nacer.
Los que han llegado a la orilla
se han dado cuenta
de que no solo tienen escamas
y que el oxígeno puro
ahora pueden al fin
sin el cuerpo
respirar.
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