Por instantes vienes a
rendir cuentas conmigo,
el pasado vence a todos
a destiempo.
Agradeces volver,
manifestarte,
arder,
a mí.
No puedo abordar
en silencio
este puesto
que me cubre.
No lo adoro, no lo quiero.
Árdeme, quémame,
ven,
que viva.
El calor de ahí fuera
no me sofoca
bastante,
el invierno y otoño en mi sueño
de soledad,
conmigo.
Si has de pasar, obligado por los acontecimientos, olvida lo que
anteriormente hayas aprendido. Vas a comenzar a necesitar una fuerza, que
te hará crecer en momentos como éste. Volverás a pasar por momentos ya
perdidos, olvidados a destiempo. Otra temporada pasada. Suerte de
ingravidez, donde no hay aliento. Los susurros del viento me han podido
revelar que tu espera no es algo incierto.
Una luz que ilumine la poca seguridad que ha mostrado ese cielo. Un alarde
sin par, de vueltas a contratiempo.
No he podido imaginar que el suelo, sobre el que puedo visitar tierras de
hielo, me haga revivir mis memorias dormidas. Han permanecido en la sombra,
con sus compañeros. Preparados para saltar en cualquier momento, esperando
una oportunidad para brillar, escupir todo lo que hay dentro.
No habrá fin para todos, mientras no podamos sonar a destiempo.
Haz por mí
aún cuando puedas cesar
de volver y mirar
a este lugar.
Qué más nos da
quien pueda mirar
aún su ansia vivirá
en testigo sin final.
Fácil es poder absorber,
cuando la realidad torcida
da vueltas hacia el revés.
Mártir antiguo,
ciego sin voz,
ojalá puedas
dormir sin tu dios.
