Sientes yacer la luz en tus entrañas.
Emanas una oquedad propia
con tu velo dispuesto.
La estancia pertenece
sobretodo a tu espejo.
Es de notar
un suave e inapreciable
espectro inherente
de formas al descubierto.
No quieras conformarte,
sin ir más lejos.
Conseguirás acabar
con tu dicotomía.